El domingo de Pentecostés; la respuesta al "Padre Nuestro" de Lucas

El domingo de Pentecostés es una fecha anual que tradicionalmente se celebra 50 días después del domingo de resurrección. En esta fecha conmemoramos el cumplimiento de la promesa de Jesús a sus discípulos. Él les prometió que cuando él ascendiera, el Espíritu descendería sobre ellos. 

Pentecostés es, en parte, la respuesta al Padre Nuestro. 

En nuestra iglesia estamos estudiando el evangelio de Lucas. Esta semana me toca predicar sobre la oración tradicionalmente conocida como "el Padre Nuestro" (la versión de Lucas 11:1-13). Esta semana también se celebra el Domingo de Pentecostés. En nuestra iglesia no celebramos casi ninguno de los días tradicionales del calendario de la Iglesia (aunque a veces pienso que deberíamos hacerlo más seguido) y por lo tanto celebrar el Domingo de Pentecostés ni si quiera cruzo mi mente. Sin embargo, al estudiar este pasaje de Lucas, una cosa fue muy evidente: Pentecostés es, en parte, la respuesta al Padre Nuestro. 

Una guía, no un guión

En esta versión que Lucas narra, Jesús les da a los discípulos un modelo de como orar. Esta oración no es un guión que deben seguir literalmente, más bien es una guía con la que ellos deben de comparar sus oraciones para ver si van en la dirección correcta. La guía va así:

"Padre,

Que tu nombre sea hecho santo.

Que venga tu reino.

Danos hoy la porción de pan que necesitamos cada día.

Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.

Y no nos dejes ser tentados" (Mi traducción).

El carácter del Padre

Esta sección es seguida de dos historias hipotéticas que Jesús diseña para enseñarles a los discípulos que la base de su confianza en sus oraciones a Dios es el carácter de nuestro Padre celestial. Jesús argumenta que el Padre responderá a nuestras oraciones por causa de su nombre y porque es un Padre misericordioso, perdonador, y amoroso.

El Espíritu Santo; la respuesta 

Los discípulos pueden pedir muchas cosas, pero a final de cuentas el mejor regalo que el Padre Celestial les puede dar es al Espíritu Santo.

Jesús cierra su lección de la oración con estas palabras: "¿Cuanto más el Padre Celestial les dará al Espíritu Santo a quienes se lo pidan?" En otras palabras; la respuesta al modelo de oración que Jesús les da a los discípulos es el Espíritu. Los discípulos pueden pedir muchas cosas, pero a final de cuentas el mejor regalo que el Padre Celestial les puede dar es al Espíritu Santo.

Veamos esta oración más de cerca. 

Padre

Para empezar, Jesús enseña que debemos referirnos a Dios como a nuestro Padre. Recordemos que solo unos versículos antes Lucas narra el evento cuando Jesús se regocijó en el Espíritu sabiendo que el Padre había revelado el evangelio del Reino a los inocentes. Nadie puede conocer al Padre, dice Jesús, si el Hijo no se lo revela. Es decir; para poder referirnos a Dios como ha nuestro  Padre, requerimos de la intervención del Hijo. La cuál sucede en el Calvario cuando Jesús paga por nuestros pecados y nos da su justicia. Por medio de él somos adoptados como hijos de Dios y así como Jesús es el hijo amado en quien el Padre esta complacido, nosotros, por la obra de Él, ahora también agradamos al Padre. 

En Romanos 8 Pablo escribe que la única razón por la que podemos llamar a Dios nuestro "Abba, Padre" es por que el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (cf. Romanos 8:15-17). En otras palabras, aparte del Espíritu, ni si quiera podemos referirnos a Dios como a nuestro Padre ya que él es quién nos da esa seguridad de que somos sus hijos.

Que tu nombre sea hecho santo

Esta petición puede parecer extraña ¿Acaso el nombre de Dios no es santo ya? Sí. Y solo Dios puede santificar su nombre. Sin embargo existe otro sentido en que el nombre de Dios puede ser profanado (lo opuesto a santificado) por el pecado y la desobediencia de su Pueblo. El pueblo de Israel estaba profanando el nombre de Dios entre las naciones. Dios no era visto como un Dios santo ya que su Pueblo, sus representantes en la tierra, su nación de sacerdotes no era santa.

El pasaje que traza esta lógica de forma más clara es Ezequiel 36:22-32. En este pasaje Dios le dice a Israel:

"No es por ustedes, casa de Israel, que voy a actuar, sino por Mi santo nombre, que han profanado entre las naciones adonde fueron. Vindicaré la santidad de Mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual ustedes han profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que Yo soy el Señor" (vv. 22-23 NBLH).

Dios va a hacer su nombre santo porque el pueblo de Israel ha profanado su nombre entre las naciones, y lo hará por causa de su nombre. Solo Dios puede santificar su nombre, pero ¿cómo lo va a hacer? La respuesta está en los versículos siguientes. Dios regresará a su pueblo de entre las naciones y les dará nuevamente la tierra que les prometió, todo esto para vindicar la santidad de su nombre.

Pero hay algo más: "Además, les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y haré que anden en Mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas" (vv. 26-27).

El nombre de Dios es glorificado por medio de la obediencia y santidad de su pueblo y la única forma posible de que su pueblo le obedezca y sea santo es que él les de a su Espíritu.

Si Dios regresa a su pueblo a su tierra pero las cosas quedan igual, volverán a pecar y profanar su nombre. Por eso promete dar una solución permanente. Promete poner un Espíritu nuevo dentro de ellos, para que el Espíritu haga que guarden sus mandamientos. El nombre de Dios es glorificado por medio de la obediencia y santidad de su pueblo y la única forma posible de que su pueblo le obedezca y sea santo es que él les de a su Espíritu.

Entonces, la petición de que el nombre de Dios sea hecho santo sólo puede ser respondida cuando en su gracia Dios envíe a su Espíritu a morar dentro de su pueblo causando que obedezcan a Dios y que su nombre, por lo tanto, sea glorificado por su obediencia en lugar de ser profanado por su desobediencia. Pentecostés es el cumplimiento de esta promesa. En pentecostés el pueblo de Dios, los que creen en Jesús, reciben al Espíritu Santo tal como Ezequiel lo había profetizado.

Que venga tu reino

El evangelio de Lucas se trata de como Jesús por medio del Espíritu está trayendo el Reino de Dios a este mundo que está de cabeza. El ministerio de Jesús está completamente impregnado y empapado de la obra del Espíritu. Desde su bautismo, su prueba en el desierto, hasta su poder sobre los demonios, etc. 

En Lucas 4:16-19 cuando Jesús declara su misión abiertamente, las primeras palabras que dice son:

“El Espiritu del Señor esta sobre Mi,
porque Me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres.
Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos,
y la recuperacion de la vista a los ciegos;
para poner en libertad a los oprimidos;
19 para proclamar el año favorable del Señor.”

Con estas palabras, Jesús está declarando que su misión es traer el reino de Dios a este mundo para restaurarlo a su orden correcto. Y es notable que el hace todas estás cosas por que el Espíritu del Señor está sobre él. 

En el evangelio de Lucas vemos que Jesús manda a sus discípulos en repetidas ocaciones a predicar el Reino de Dios. Jesús es quién está trayendo el Reino, pero él decide que el rol de sus discípulos sea instrumental en esta llegada del Reino. Sin embargo, su predicación del Reino y la autoridad que Jesús les había dado eran preliminares. Al final de Lucas, el Jesús resucitado comisiona a los discípulos a predicar el perdón de pecados en el nombre de Jesús (el mensaje del Reino). Pero antes de enviarlos, les dice que esperen. Les dice que enviará sobre ellos la promesa de su Padre, y que permanezcan en donde estaban hasta que sean investidos con poder de lo alto (cf. Lucas 24:45-49).

¿De quién está hablando Jesús? Hechos 1; la continuación de Lucas lo explica más claramente: 

El Espíritu Santo estaba presente en el ministerio del Reino de Jesús empoderándolo, y es por medio de ese Espíritu que ahora los discípulos han de continuar ese ministerio.

"En el primer relato, estimado Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba en el cielo, después de que por el Espíritu Santo El había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido. A éstos también, después de Su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo relacionado con el reino de Dios.
Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: “La cual,” les dijo, “oyeron de Mí; porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días”" (Hechos 1:1-5).

El Espíritu Santo estaba presente en el ministerio del Reino de Jesús empoderándolo, y es por medio de ese Espíritu que ahora los discípulos han de continuar ese ministerio. Ellos lograron un avance tan tremendo para el Reino de Dios únicamente por medio del poder del Espíritu. Tres mil personas fueron convertidas cuando Pedro predicó, porque el Espíritu estaba obrando en y por medio de Él. Cada una de las victorias que los discípulos experimentaron para el Reino fue y sigue siendo por el poder del Espíritu Santo. Es por eso que cuando los discípulos oran para que el Reino de Dios venga, la respuesta del Padre es darnos al Espíritu Santo. 

Danos hoy la porción de pan que necesitamos cada día

Esta petición, como las demás en esta oración, está íntimamente relacionada con la narración del viaje de Jesús a Jerusalén. Cuando Jesús estaba en el monte de la transfiguración, Lucas nos dice que Él, Moises y Elías estaban hablando del éxodo de Jesús a Jerusalén. Sin duda, Lucas quiere que pensemos en el ministerio y, más específicamente, el viaje de Jesús a Jerusalén como un segundo éxodo. 

Está petición entonces nos trae de regreso al desierto cuando el pueblo de Israel tenía hambre y Dios envió maná del cielo (cf. Éxodo 16). Dios es un Padre amoroso que provee para las necesidades de sus hijos. Además, como en esta petición, el pueblo de Israel sólo debía tomar la porción de un día. Jesús instruye a sus discípulos que pidan la porción de un día.

La vida del Reino, la vida en el Espíritu se trata de tener fe en nuestro Padre; que él proveerá las necesidades de cada día. Los ciudadanos del Reino son personas que no se preocupan por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, qué vestirán. Jesús instruye a sus discípulos de esta forma:

"Ustedes, pues no busquen qué han de comer, ni qué han de beber, y no estén preocupados.  Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero el Padre de ustedes sabe que necesitan estas cosas. Pero busquen Su reino, y estas cosas les serán añadidas" (Lucas 12:29-31).

Una fé que no se preocupa por la vida y el cuerpo, que confía en la provisión del Padre amoroso solo es posible por medio del Espíritu Santo. A fin de cuentas, la fé misma es un don y un fruto del Espíritu. 

Perdónanos nuestros pecados...

Cuando Jesús murió en la cruz y resucitó, y cuándo comisionó a sus discípulos, ellos finalmente entendieron la conexión entre el Reino de Dios y el perdón de pecados. Jesús ya estaba perdonando pecados durante su ministerio previo a la cruz, pero Él sabía que el perdón de pecados sería logrado finalmente en la cruz. Recuerda nuevamente las palabras de Jesús antes de ascender: 

“Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas" (Lucas 24:45-48)

La respuesta a está petición es el sacrificio de Jesucristo. El Padre en su misericordia envió a su Hijo a morir en la cruz para perdonar nuestros pecados. Pablo, no obstante, conecta el perdón de los pecados con el Espíritu en Romanos 8:

"Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte" (vv. 1-2).

La vida del creyente; el ciudadano del Reino es una de arrepentimiento diario. Y el arrepentimiento diario es posible cuando vivimos conforme al Espíritu y no conforme a la carne.

Nuestros pecados han sido perdonados al habernos arrepentido y creído en Jesús, pero el que nos da la capacidad de continuar viviendo en arrepentimiento continuo es el Espíritu. La vida del creyente; el ciudadano del Reino es una de arrepentimiento diario. Y el arrepentimiento diario es posible cuando vivimos conforme al Espíritu y no conforme a la carne. Pablo lo pone en estas palabras: 

"Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne. Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios" (vv. 12-14).

De la misma forma, los que hemos sido perdonados, y vivimos en el Espíritu, por medio del mismo Espíritu tenemos el poder para perdonar a los que nos deben. Aparte de la obra de Jesús en la cruz y del poder del Espíritu no tenemos la capacidad de perdonar a los que pecan contra nosotros. 

No nos dejes ser tentados

"Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo" (Lucas 4:1-2). El Espíritu no tentó a Jesús. El diablo tentó a Jesús. Pero el Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado. Era necesario que Jesús fuera tentado para mostrar que el es el mejor Adán, el es el verdadero Israel; el Hijo de Dios, quién, a diferencia del pueblo, pasó la prueba en el desierto. El fue tentado y venció al enemigo para que nosotros, cuando seamos tentados, tengamos la certeza de que el diablo ya está vencido y es Jesús y no nosotros quién lo derrotó. Y para que tengamos la fuerza para vencer la tentación. 

Ninguno de nosotros debería buscar la tentación. La tentación no es una vacuna o una pesa espiritual. Dios la usa para su gloria y nuestro bien, pero nadie en su sano juicio desea ser tentado. Sin embargo, Dios, nuestro Padre, nos da su Espíritu Santo quien nos llena y nos da la fuerza para salir victoriosos cuando la tentación viene. 

La respuesta a la petición de no ser tentado es el Espíritu porque es mejor ser tentado y experimentar la llenura del Espíritu y la victoria que viene de él, que no ser tentado y no tener al Espíritu. 

Conclusión

N. T. Wright escribió estás palabras sobre este pasaje: El "Padre Nuestro," como muchos lo llaman, es, entonces, no solo un hilo de peticiones más o menos conectadas. Es una oración para las personas que están siguiendo a Jesús en el viaje del Reino. Jesús iba de camino a Jerusalén, para actuar en representación del nombre de Dios, el cuál había sido arrastrado en el lodo cuando su pueblo se alejó de él en rebeldía. Él iba de camino a lograr el "Éxodo" en el cual el esperado Reino de Dios se haría realidad. Él había provisto pan para el camino, y "el partimiento del pan" se convertiría en la señal de su presencia en la Iglesia, y el vínculo entre sus seguidores. Él ya estaba ofreciendo perdón, y lo lograría completamente en su muerte - y ya estaba requiriendo de sus seguidores que imitaran la gracia de su Dios al perdonar a sus enemigos, y mucho menos los unos a otros. Y estaba haciendo guerra contra los poderes del mal, una guerra que alcanzaría su batalla decisiva en el Calvario. Esta es una oración que nace de la misión de Jesús mismo. Ha sido idealmente adecuada tal y como está y también como una guía para la oración en general para sus seguidores desde ese momento en adelante."