Tesis para la iglesia

Por Nathan Cedarland

Debemos estar más comprometidos que nunca a la autoridad de la Palabra escrita de Dios.

Las Escrituras son suficientes para toda la vida. El Espíritu de Dios inspiró las Escrituras por medio de hombres conforme escribieron. El Espíritu y la Palabra trabajan en tándem. La Palabra es el instrumento del Espíritu para darnos vida nueva. El Espíritu se deleita en recordarnos las cosas que Jesús enseñó, y las cosas que Jesús enseñó se encuentran en la Palabra. El Espíritu nos da poder por medio de la Palabra y nos capacita para obedecer lo que la Palabra dice. Impresiones, sueños, palabras de conocimiento, consejo práctico y circunstancias oportunas son formas en las que el Espíritu nos guía en situaciones particulares, pero estos siempre están sujetos a la Escritura. El Espíritu nunca se contradirá a sí mismo, ni contradirá lo que él ha inspirado en la Palabra escrita. Es imposible ser una iglesia llena del Espíritu que no es también una iglesia saturada de la Escritura. Es cierto que hay iglesias que se enfocan en la Palabra y sin embargo no tienen vida, pero el problema no es la Palabra sino la dureza de corazón que se niega a obedecer la Palabra. Este era el problema de los fariseos. Jesús nunca los reprendió por conocer demasiado la Biblia. Él los reprendió por no obedecerla. La predicación fiel de la Palabra siempre incluye un llamado a la obediencia a la Palabra, y la obediencia a la Palabra de Dios siempre requerirá dependencia del Espíritu de Dios.

Debemos estar más comprometidos que nunca al manejo responsable de las Escrituras.

Añadir versículos bíblicos a nuestras declaraciones no nos hace bíblicos. El estudio fiel de la Palabra de Dios tomará en cuenta el contexto y el objetivo original del autor antes de hacer aplicaciones para hoy. Nunca debemos venir al texto de la Escritura buscando apoyar una idea preconcebida -aunque sea la interpretación amada de nuestra tradición o denominación. Cuando somos negligentes con nuestra interpretación corremos el riesgo de poner en la boca de Dios palabras que él nunca dijo. Nosotros quienes enseñamos, seremos juzgados más estrictamente. Así que hagamos todo esfuerzo en alejarnos de esta práctica condenable y obedecer la instrucción de Pablo a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad.”

Debemos identificar y abandonar las enseñanzas místicas, egocéntricas, pseudo-psicológicas y de la nueva era que se hacen pasar por prácticas cristianas y socavan nuestra lealtad a la palabra de Dios.

Estas prácticas reemplazan la autoridad de la Palabra de Dios con la autoridad de nuestra experiencia. Experimentar la presencia de Dios es algo maravilloso, pero las personas en otras religiones también tienen experiencias religiosas. Sabemos que realmente estamos experimentando la presencia de Dios por medio de la lectura de la palabra de Dios. Probamos los espíritus con la palabra de Dios. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.” El Espíritu nos guía por medio de la voluntad de Dios revelada en la Palabra de Dios. Sabemos que estamos experimentando la obra del Espíritu cuando deseamos las cosas que Dios desea, cuando amamos lo que Dios ama y odiamos lo que Dios odia. Aprendemos lo que Dios desea, ama y odia en la Palabra de Dios.

Debemos recuperar el concepto completo que lo que significa que Jesús no solo es nuestro Salvador sino también nuestro Señor.

Debemos recordar que él no solo tiene señorío sobre nuestra vida privada sino también sobre todas las cosas. Él dijo que toda la autoridad le había sido dada en el cielo, pero no solo en el cielo, también en la tierra. Debemos rechazar el mito de la neutralidad. No existe tal cosa como lo es una esfera secular que es religiosamente neutral. Jesús dijo que uno está a su favor o en su contra. La cultura no puede ser neutral. La cultura esta a su favor o en contra de él. Nuestra forma de abordar los negocios, la educación, la familia y el gobierno esta sometida al señorío de Cristo, o no lo está. La cultura es una expresión de la adoración de la gente. Nuestra cultura refleja lo que valoramos; qué o quién creemos que es lo más importante. Esto reflejara la supremacía de Cristo o la elevación de otra cosa.

Debemos conocer y adoptar las implicaciones prácticas del completo señorío de Cristo.

Ya que todas las personas son portadoras de la imagen de Dios, los inconversos a veces identificarán problemas reales de injusticia en la sociedad, que también deberían ser de interés para la iglesia. En estos casos, podemos estar de acuerdo en el qué, pero no podemos estar de acuerdo en el por qué y el cómo. Su cosmovisión secular está opuesta a la gloria de Dios y al poder del evangelio. En asuntos de misericordia y justicia, no podemos simplemente adoptar metodologías forjadas en la caldera de la ideología secular. Siempre debemos regresar a la Palabra de Dios y aprender cómo y por qué deberíamos encarar cada asunto. Por ejemplo, debemos luchar contra el trato injusto contra la mujer siempre que este surja. Pero eso no significa que somos cristianos feministas. El feminismo es una ideología secular desarrollada por individuos que aborrecen al cristianismo. El feminismo de forma hipócrita profesa abogar por las mujeres, mientras que en realidad, millones de mujeres no nacidas han sido masacradas bajo esta bandera. Aquellos que están sometidos al señorío de Jesucristo, el verdadero libertador de mujeres, no tendrán parte en el feminismo.

Debemos rechazar el impulso igualitario de la cultura secular.

La conclusión lógica del igualitarismo es que para que una mujer sea igual a un hombre, ella debe tener el derecho de convertirse en un esposo o un padre si así lo desea. Insiste que la igualdad de valor requiere el derecho a la igualdad de roles. La diferencia de roles no significa superioridad o inferioridad moral. El hecho de que Dios llama a los hijos al rol de obediencia a sus padres no hace a los hijos inferiores a los adultos moralmente. Los padres y sus hijos son portadores de la imagen de Dios por igual y aun así tienen diferentes roles en el hogar. La sumisión de una esposa a su esposo no disminuye su dignidad como una portadora de la imagen de Dios, al igual que la sumisión de Cristo al Padre no disminuye su igualdad con el Padre (cf. 1 Cor. 10). Hay formas en las que los hombres glorifican a Dios de forma única al ser hombres, y hay formas en las que las mujeres particularmente glorifican a Dios al ser mujeres. Difuminar las distinciones entre hombres y mujeres le roba la gloria a Dios y nos roba nuestro gozo. Estas distinciones son diseñadas hermosamente por Dios para el florecimiento de todas las personas. El rol glorioso de la maternidad no es disminuido por la clara enseñanza bíblica de que los padres deben ser los líderes siervos en sus casas. Ni el ministerio vital de las mujeres en la iglesia debe ser disminuido pro la clara enseñanza bíblica de que los hombres deben ser los líderes siervos en la iglesia—la casa de Dios. Estas dos casas han sido establecidas por Dios y comparten el mismo orden. Decir que la igualdad le da el derecho a la mujer a servir como anciana de una iglesia es como decir que la igualdad le dal el derecho a la mujer de ser un esposo. Ni el machismo ni el feminismo deben influenciar la forma en la que leemos la Escritura. Los métodos de interpretación bíblica que se emplean para borrar estas distinciones entre los roles de los hombres y as mujeres son los mismos métodos usados por aquellos que enseñan que no es pecaminoso participar en la homosexualidad y el transgénero. En el nombre de la igualdad, la inclusión y el amor llevan a estos individuos a su propia destrucción. Pero las Escrituras promueven la verdadera dignidad y valor de todo individuo. Aquellos que ceden a la cultura secular degradan y deshonran a estos valiosos seres humanos—y peor aun, deshonran al Dios en cuya imagen han sido creados.

Conclusión.

Mi oración por nosotros como la iglesia en el aniversario 502 de la reforma protestante es que siempre continuemos reformando a la luz de la Palabra de Dios y por el poder del Espíritu Santo para que la belleza, valor, y supremacía del Señor Jesucristo sean conocidos y vistos por todos.