Salmo 118 y el miedo a la opinión de los demás
Por Doug Basler
Lee el Salmo 118
El Salmo 118 es una letanía de lineas familiares. Aquí hay algunas de las más conocidas:
“Dad gracias al SEÑOR, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia” (vv. 1, 29 - abriendo y cerrando el salmo).
“El SEÑOR es mi fortaleza y mi canción, y ha sido para mí salvación” (v. 14 de Éxodo 15:2, la canción de Moisés).
“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra principal del ángulo” (v. 22 citado en Lucas 20:17, Hechos 4:11, 1 Pedro 2:7 una referencia de Jesús favorita en el Nuevo Testamento).
“Este es el día que el SEÑOR ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él” (v. 24 - el versículo bíblico clásico bordado que está colgado en la sala de tu abuelita).
“Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR” (v. 26 citado por la multitud durante la entrada triunfal a Jerusalén en Mateo 23, Marcos 11 y Lucas 19).
Podrías acampar en el Salmo 118 por semanas - orarlo y apropiarlo, entender el Salmo como un todo y cómo todas estas grandes piezas encajan juntas, ver varias formas en las que apunta a Jesús. Pero hoy quiero tomar un tema del versículo 6.
“El SEÑOR está a mi favor; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?”
Existen, por supuesto, muchas posibles respuestas a la pregunta: ¿Qué puede hacerme el hombre? Las personas te pueden criticar, mutilar o manipular. Tu jefe te puede despedir, tus compañeros de trabajo te pueden molestar, y las personas cuya opinión es la más importante te pueden ignorar. Tu cónyuge te puede engañar, o menospreciarte, o burlarse de ti. Tus hijos se pueden reír de ti. Tus vecinos pueden murmurar sobre lo sucia que está tu banqueta.
Somos controlados por los demás
Estaba enseñando una clase de Panorama del Antiguo Testamento a un grupo de estudiantes universitarios y estábamos hablando sobre el concepto de idolatría. Los ídolos son las cosas en las que ponemos nuestra confianza, las cosas sobre las que construimos nuestra identidad, las cosas a las que servimos. Le pedí a los estudiantes que listaran todas las actitudes y acciones negativas que pudieran pensar. La lista incluía los básicos: mentir, hacer trampa, robar, adulterio, enojo, ansiedad, desorden alimentario, abuso de sustancias y codicia. Entonces tratamos de trazar esas acciones y actitudes de regreso a su causa de raíz. ¿Qué motiva a alguien a hacer trampa? ¿Cuales son las causas raíces de la ansiedad? ¿Por qué alguien se negaría a comer? En la mayoría de los casos la opinión de las personas fue la fuerza que impulsa estos comportamientos. Los pescadores no mienten sobre lo grande que fue su pesca solo por mentir; mienten porque quieren impresionar a otros. Los estudiantes hacen trampa para evitar la vergüenza de reprobar. A menudo todo esto pasa subconscientemente. Pero la verdad es, la opinión de los demás nos controla.
No nos gusta admitirlo pero solo tienes que buscar tu foto tu último año de preparatoria. ¿Por qué tenías ese peinado? En la secundaria a principios de los 90s arremangábamos nuestros pantalones dos pulgadas por encima de nuestros zapatos. ¿Por qué alguien haría eso? Nuestros pantalones no estaban muy largos. Se veía ridículo. La respuesta es simple; las personas que nos importaban más pensaban que era cool.
Conforme crecemos, la opinión de las personas todavía nos controla; solo toma forma distintas. Todos los escapes que usamos - los maratones de Netflix, comernos un paquete completo de chocolates, tomar dos vasos de vino para calmar el estrés, la pornografía, etc. - a menudo son simplemente síntomas de cómo otros nos controlan. Nos escapamos porque queremos evitar la conversación con nuestro cónyuge o porque nos sentimos despreciados después de nuestra presentación en el trabajo, o porque necesitamos un descanso de una conversación difícil más con nuestra hija. Hay una razón por la cual sientes que tienes que checar tu Facebook 20 minutos (o menos) después de haber publicado algo - necesitas saber que hay alguien allá afuera que te aprueba.
La seducción de la idolatría es que creemos que lo que adoramos nos va a dar lo que queremos. Y el intercambio parece bastante simple al principio. En la adoración de ídolos del Cercano Oriente Antiguo simplemente necesitabas derramar vino o sacrificar una cabra y tenías la promesa de hijos saludables, una cosecha tremenda, o victoria sobre tus enemigos. Pero, por supuesto, los dioses son volubles (porque no son reales) así que nuca sabes si les caes bien a los dioses. Comienzan a demandar más y más (Moloc pedía a tus hijos) y empiezan a producir menos y menos.
Cuando nos inclinamos a adorar la opinión de los demás también parece bastante simple - solo usa la ropa correcta, o produce un reporte semanal de calidad, o consigue la calificación. Me acuerdo que en mi primer año de universidad me preocupaba más sacar una “A” en mi clase de Civilización Mundial más de lo que me importaba lo que aprendí en la clase misma. ¿Por qué? Porque estaba construyendo mi identidad en base a lo que los demás pensaban de mi y sacar buenas calificaciones era algo que yo podía controlar. ¿Sabes qué? Nunca nadie me ha preguntado qué calificación saqué en mi clase de Civilización Mundial en una entrevista o en una conversación. Por si acaso tú te lo estás preguntando, saqué una “B,” pero era clase de honores, para que veas.
La opinión de los demás es tan voluble como el panteón de dioses. Nunca puedes estar seguro si les caes bien. Y por lo tanto la vida es un estado constante de ansiedad. ¿Seré suficiente para ellos?
El deseo de aprobación y el miedo al rechazo es por lo que los pastores se sienten deficientes los domingos por la tarde, porque les importa mucho lo que las personas pensaron de su sermón. Es por lo que Pedro cambió su comportamiento y no comió con los Cristianos-Gentiles (Gálatas 2) por miedo a lo que los Cristianos-Judíos iban a pensar. Es por lo que tenemos miedo de compartir nuestra fe o de ser honestos sobre nuestras fallas. Es por lo que los papás ceden ante sus hijos después de amenazar: “una vez más” hace cinco veces. Es por lo que algunos tienen sus calendarios llenos y su vida familiar es un frenesí.
El Señor está a mi favor; no temeré.
El salmista habla desafiante. No temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? ¿De dónde viene esta confianza? Estoy seguro que él sabe todas las cosas que las personas le pueden hacer. Pero también sabe algo más, algo mejor. Leer el Salmo 118 diez veces no te hará menos vulnerable a la opinión de los demás. No hay una fórmula. Pero empezar a confiar en las verdades que el Salmo 118 nos recuerda sobre Dios lo hará.
Veamos brevemente tres de estas verdades.
El amor de Dios es para siempre (v. 1 - para siempre es su misericordia).
Esto es repetido en los primeros cuatro versículos y luego es repetido en el último versículo. Lee el Salmo nuevamente y nota lo centrado que está en Dios. Dios le responde en su aflicción. Dios está a su favor. Él destruye a sus enemigos. El Señor es su fortaleza, canción y salvación. La diestra del Señor hace proezas. El Señor lo reprende pero no lo ha entregado a la muerte. El Señor abre la puerta de la justicia y la piedra que fue desechada la ha hecho la piedra angular. El Señor ha hecho este día y todos los demás días y nos ha dado luz.
El problema de construir nuestras vidas en base a lo que los demás piensan es que depende de dos factores en los que no se puede confiar - nuestro desempeño y la opinión de los demás. Nuestro desempeño está manchado y estropeado por nuestro pecado. La opinión de los demás está manchada y estropeada por su pecado. Es por esto que cuando nos preocupamos mucho por lo que otros piensan, la ansiedad domina el día. Nuestros cimientos se desmenuzan como arenas movedizas. Pero el salmista sabe que el Señor es bueno y Él no cambia. El salmista sabe que si Dios quien ha hecho todas estas cosas esta a su favor, ¿quién puede estar contra él?
En medio de mi angustia invoqué al Señor (v. 5).
El Salmo 118 describe una multitud de sufrimientos. Esta no es una perspectiva de la vida simplista. No se da la idea de que si las circunstancias están bien entonces Dios lo debe de amar y si las circunstancias están mal entonces Dios debe de estar enojado con él. Sus circunstancias apestan, y aun así él confía en el Señor.
Dios es inconmovible. Digno de confianza. Esta es la base de su confianza. Es por esto que el invoca al Señor. En nuestra angustia tendemos a invocar a otras cosas para refugio. Aprobación y reconocimiento están casi hasta arriba de la lista. Ciertamente Dios is ha llamado a ayudar, animar, soportar, enseñar, y un montón más de cosas que los creyentes deben hacer unos por otros. Pero ninguna otra cosa debe de ser nuestro refugio. “Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre” (v. 8).
La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra principal del ángulo (v. 22).
Tenemos el privilegio de leer este Salmo con un lente Cristo-céntrico. Sabemos, tal como los escritores del Nuevo Testamento sabían, que la piedra rechazada que Dios hace la piedra angular es Jesús. Tal vez el miedo más grande que tenemos cuando la opinión de los demás nos controla es el miedo al rechazo. Sabemos muy en el fondo que no somos suficientes. No alcanzamos la gloria de Dios - por lo cual clamamos la aprobación de otros. Y, al mismo tiempo, es por lo que tenemos el rechazo.
Pero mira estas noticias maravillosas. Jesús fue rechazado en nuestro lugar. En la cruz, Cristo tomó sobre sí mismo el rechazo que nosotros merecíamos. En Cristo estamos en el amado. Y por lo tanto ya no tenemos que temerle al rechazo. Brennan Manning cuenta la gran historia de un Irlandés de Detroit que regresó a Irlanda a visitar a su tío por su cumpleaños 80. Ellos despiertan una mañana y van en una caminata larga alrededor del lago Killarney y mientras caminaban el hombre mira a su tío y le dice, “Tío Seamus, te vez feliz.” Y su tío responde, “Así es, muchacho. Lo estoy. Verás, el Padre se deleita en quien soy.”
Sé que esto puede sonar trillado y simplista y como un cliché de iglesia. Pero si está verdad penetra profundo en nuestro corazón, es el camino a la libertad de la aprobación o rechazo de los demás - Aquel cuya opinión es la más importante te ve, en Cristo, y se deleita en quién eres, se deleita tanto que envió a su hijo Jesús a morir por ti. Y eso es suficiente.
Doug Basler ha sido pastor de First Presbyterian Church of Aberdeen en Washington desde el 2009. Es graduado de Gordon-Conwell Theological Seminary y actualmente está estudiando en Western Seminary.