Dios creó cada parte de ti para la adoración

Este artículo fue publicado originalmente en la página de Desiring God y el autor original es Ryan Lister. Él es profesor en el seminario teológico Western Seminary y es autor del libro The Presence of God: Its Place in the Storyline of Scripture and the Story of Our Lives.

En realidad no toma mucho.

Puede pasar cuando escuchas la canción navideña favorita de tus papas. Inmediatamente la canción te transporta fuera de tu día de trabajo estéril, de regreso a tu juventud, a una sala llena de oropel, regalos y anticipación.

O tal vez sucede cuando hueles las especias del judo de manzana moviéndose por toda la casa esta navidad, y tú esperas la memoria de tu abuelo parado en la cocina, presumiendo su receta perfecta, con su sonrisa juguetona.

Adora con los cinco sentidos

Por supuesto, las memorias no son siempre ideales. Para algunos, estas son intrusiones inoportunas a una vida en construcción. Buenas o malas, dulces o amargas, las memorias regresan cada navidad. Solo un pequeño gatillo, y todo lo que hemos amado, perdido, y atesorado parece inflamarse en nuestros corazones.

La nostalgia llega por medio de nuestros sentidos. Lo que oímos, vemos, probamos, tocamos y olemos es la tinta que usamos para escribir nuestras autobiografías mentales. No podemos escapar nuestras memorias, porque no podemos escapar nuestros sentidos, de la misma forma que no podemos escapar de nosotros mismos.

Esto es hermoso porque fuimos creados de esta forma con un propósito. Dios nos da cinco sentidos para ayudarnos a adorarle: las vistas, los olores, las texturas, y los sabores testifican de la diversidad de los regalos de Dios y de la profundidad de la adoración que Dios merece.

Pero en nuestra búsqueda de conformar nuestro corazón y mente a la imagen de Cristo, a menudo olvidamos los elementos físicos de la adoración. Cuando perdemos esta dimension, a menudo perdemos lo que significa ser enteramente humano, e irónicamente nos perdemos de una forma principal en la que Dios quiere transformar nuestro corazón y mente. Nuestro Señor consistentemente construye la adoración en torno a los sentidos.

Recuerda la Pascua

Parados al precipicio de la caótica redención de Israel, Dios le ordena a su pueblo que se siente a comer — un mandamiento que podría parecer un poco fuera de lugar y mal informado. Pero cuando vemos esta escena a la luz de la obra de teatro completa, las instrucciones de Dios son perfectas. El éxodo no solo se trata de Dios guiando a Israel fuera de Egipto; se trata de Dios guiando a Israel a una adoración para toda la vida.

La pascua es nostalgia teológica. La pascua define la experiencia de redención de toda una generación de forma tan grande que Dios ordenó una repetición de la obra cada año (Éxodo 12:14). Con cada cordero, ellos olían redención. Cuando probaban las hiervas amargas, ellos probaban la bondad de Dios. Cuando se abrochaban las sandalias, cada paso les recordaba su gracia. Cada vez que mojaban el hisopo con la sangre, estaban pintando su teología.

Recuerda el Templo

El templo es el instrumento que Dios usa para abrumar a su pueblo de adentro para afuera. Sus elementos de adoración sacuden cada uno de los sentidos físicos para meter sus propósitos en su pueblo. Dios afinó a Israel y a sus sacerdotes al tono de su presencia y alabanza por medio del sabor del Pan de la Presencia, el calor de los holocaustos, el aroma a cedro e incienso, el brillo del oro, y los ecos de las oraciones. La experiencia multi-sensorial del templo traía a la persona entera delante de la presencia y la gloria de Dios (2 Crónicas 7:1-2).

Al igual que la pascua, cada visita al templo grababa olores, toques, sabores, sonidos, e imágenes en la consciencia del adorador. Después de dejar el templo, cuando un olor o sonido familiar rompía su rutina, el adorador era jalado de vuelta a la memoria del lugar donde Dios estaba presente, donde sus pecados murieron, y donde las promesas de Dios estaban completamente expuestas.

Recuerda la encarnación

En Cristo, Dios se hizo carne y tabernaculó en medio de su pueblo (Juan 1:14). En Cristo, vemos a Dios, y simultáneamente, lo que significa ser verdaderamente humano.

Es por esto que el ministerio de Jesús invade cada parte de nosotros, incluyendo nuestros sentidos. Por medio de ojos con lodo los ciegos pueden ver. Por medio de tocar su manto, él cura a los quebrantados. Por medio del sonido de una simple oración, las multitudes probaron pan y pescado si fin.

En Jesús, el que creó nuestros sentidos entró a este mundo para redimirlos. Él vino a tocar, oler, oír, ver, y probar la muerte por su pueblo para que tú y yo podamos hacer lo que fuimos creados para hacer: adorarle con cada parte de nuestro ser (Romanos 12:1).

Fuimos creados para esto. Dios nos llama a probar el Pan de Vida, a tomar el Agua Viva, a ver la Luz del mundo, a oler las ovejas de nuestro Buen Pastor, a oír su pregunta, “¿Quien dices tú que soy yo?” Fuimos creados para tocar las marcas de los clavos en sus manos y verle parado afuera de la tumba vacía (Juan 20:27).

Recuerda las Buenas Noticias

Debemos escuchar y experimentar el evangelio una y otra vez. Dios ha creado una forma de hacer esto. Jesús nos da nostalgia de un nuevo pacto en el pan y el vino de la Cena del Señor. Y por medio de las aguas del bautismo, vemos, probamos, oímos, olemos, y sentimos lo que significa pasar de muerte a vida.

Dios nos salva — redimiendo y reinterpretando nuestros sentidos también — para que podamos adorarle de forma más completa. Entonces, prueba y ve — y toca, oye, y huele — que el Señor es bueno (Salmo 34:8). Fuiste creado para esto — cada parte de ti.