Jesús es la luz del mundo: un breve estudio de la palabra "luz" en el evangelio de Juan
La palabra “luz” es importantísima en el evangelio según Juan. Esta es trazada como un tema bastante central a lo largo de este evangelio. Juan declara repetidas veces que Jesús es la luz del mundo. Veamos esta palabra un poco más de cerca para comprender mejor lo que Juan quería comunicar por medio de la misma.
La creación y la luz
Siendo consistente con su conexión a la historia de la creación en capítulo 1, Juan vincula a Jesús con el Dios de la creación aún más al describirlo como “la Luz del mundo.” ¿Recuerdas Génesis?
1 En el principio Dios creó los cielos y la tierra. 2 La tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. 3 Entonces dijo Dios: “Sea la luz.” Y hubo luz. 4 Dios vio que la luz era buena; y Dios separó la luz de las tinieblas. 5 Y Dios llamó a la luz día y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y fue la mañana: un día (Gen 1:1-5 NBLH).
Es como si Juan estuviera describiendo una segunda historia de la creación; una recreación. Así como la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo antes de que Dios trajera orden, de igual forma la tierra estaba nuevamente llena de obscuridad, y necesitada de luz antes de que que el Verbo (la Palabra creativa de Dios) se hiciera carne.
En la teología de Juan, este mundo está vacío y cubierto de obscuridad y no tiene esperanza a menos que Jesús, la luz del mundo, venga y traiga luz a los hombres, y exponga las obras de los hombres, y alumbre el camino para que los que creen en la luz se conviertan en hijos de la luz y vean dónde están andando para que no tropiecen.
Pero, ¿de dónde está sacando Juan este tema? Como lo vimos anteriormente, él quiere que sus lectores vean una clara conexión entre el poder creativo de Dios y Jesús mismo. El concepto de luz continua corriendo a lo largo del Antiguo Testamento haciendo que la alusión de Juan a la luz sea todavía más profunda. Veamos otros aspectos de la luz que Juan quiere que nosotros, su lectores, veamos a lo largo de su versión del evangelio y como estos fluyen del Antiguo Testamento.
La deidad de Cristo
Un concepto importante que vemos en Juan es que Jesús es Dios. Él comunica esto al llamar a Jesús, “la luz del mundo.” En los Salmos, Dios es vinculado una y otra vez con la luz (cf. 4:6; 44:3; 27:1; 104:2; 139:11-12). Juan, de muchas formas y sin reservas, declara que Jesús es Dios. La proclamación de que Jesús es la luz del mundo inmediatamente debe vincular a Jesús con Yahweh en la mente del lector judío (cf. 1 Jn 1:5-7).
Luz, vida, y salvación
Para Juan, la luz y la vida están conectadas profundamente. De hecho, en el prefacio a su evangelio él declara, “En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron (1:4-5). Y la vida, por su puesto, está profundamente conectada con la salvación. Estos temas, una vez más, vienen del Antiguo Testamento. En Salmo 36, un salmo que habla del amor y la salvación de Dios, David canta,
“¡Cuán preciosa es, oh Dios, Tu misericordia!...
Porque en Ti está la fuente de la vida;
En Tu luz vemos la luz” (vv. 7,9)
En el evangelio de Juan creer en la luz y caminar en la luz equivale a tener vida; y tener vida equivale a tener salvación. Solo hay salvación en la luz del mundo. Aparte de él lo único que hay es obscuridad, noche, vacío, y condenación.
Luz, santificación, y escatología
Para Juan, y para Jesús, por supuesto, la luz también tiene mucho que ver con la forma en la que las personas viven. La luz expone las obras de las personas (cf. Jn 3:19-21). Aquellos cuyas obras son malas odian la luz porque la luz expone su comportamiento. Pero aquellos quienes practican la verdad vienen a la luz para que sea obvio que sus obras han sido hechas en Dios.
Si queremos vivir una vida de santidad, la clave es andar en la luz. La clave es dejar que Jesús, la luz del mundo, nos alumbre y nos revele lo que está mal en nuestras vidas para que podamos cambiarlo. Él alumbra nuestro camino, en él vivimos como de día deshaciendonos de las pasiones de la carne. Cuando le seguimos no tropezamos porque por medio de él podemos ver el camino.
Jesús le dice a sus discípulos que ellos deber andar en la luz. Pero también les dice que eventualmente él saldrá del mundo. Por lo tanto necesitan aprovechar su presencia y caminar mientras que tienen luz. Cuando él se vaya, será de noche. Él, sin embargo, les da la solución; “Mientras tienen la Luz, crean en la Luz, para que sean hijos de la Luz” (cf. Jn 12:35-36).
Jesús ahora no está. Es de noche, la noche está avanzada, Jesús está por venir y el día está cerca una vez más. Pero por mientras, nuestra esperanza es creer en la luz para que podamos ser hijos de la luz. Nuestra esperanza es ponernos la armadura de luz; ponermos a Jesús mismo (cf. Rom 13:11-14).
“Cuando Jesús, la luz, viene, no solo hace claro el pecado como foráneo y feo para lo que Dios ha hecho, sino que también nos permite ver todo lo bueno en su luz verdadera. Si la luz de Jesús, no ves nada de la forma que deberías verlo” (John Piper).