¿Qué tiene que ver Babel con Pentecostés?

Por Nathan Cedarland

El relato de Hechos 2:1-21 nos enseña que la misión de Dios es avanzada por medio de la obra enviadora y empoderadora del Espíritu y nos recuerda que como iglesia debemos depender del Espíritu al proclamar las maravillas de Dios. 

La misión de Dios 

En Génesis 1:27-28, vemos que la humanidad es creada a la imagen de Dios. Como portadores de su imagen, los seres humanos reflejan la luz de Dios. Su presencia gloriosa se da a conocer en ellos y a través de sus actividades. Así que, cuando Dios le mandó a Adán y Eva que fueran fructíferos y que se multiplicaran para llenar la tierra, vemos que su intención era saturar la tierra con su presencia gloriosa a través de los portadores de su imagen. Aun después de que el pecado entra en el mundo, Dios deja claro que esto sigue siendo su deseo. En Génesis 9:1, por ejemplo, después del gran diluvio, “Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: ‘Sean fecundos y multiplíquense, y llenen la tierra.’” Y en Habacuc 2:14, Dios promete que un día su misión será totalmente lograda, “Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar.” Así que, esta es la misión de Dios: saturar la tierra con su gloriosa presencia.

Una historia de dos ciudades

Dios promete que un día su misión será totalmente lograda, “Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar.”

Por muchos años no logré a ver la importancia de la historia de la Torre de Babel dentro del gran panorama bíblico. En mis resúmenes cronológicos de la historia de la redención, tenía la tentación de solo saltarme este relato. Pero al verlo a la luz de la misión de Dios y al compararlo con lo que sucedió en Jerusalén en el día de Pentecostés, mi impresión original fue revolucionada. ¿Cuáles son las similitudes y contrastes entre estos dos acontecimientos? Una similitud es que en las dos historias encontramos a una multitud de personas en una gran ciudad, pero desde allí las similitudes cesan y los contrastes empiezan. En Babel todos hablan el mismo idioma y Dios confunde su lengua para que ninguno entienda el lenguaje del otro. En Jerusalén hay gente de todas partes que hablan muchos idiomas distintos y Dios hace que todos entiendan a los apóstoles como si hablaran todos un solo idioma. Un evento resulta en confusión y caos, el otro en claridad y paz. Pentecostés es la revocación de Babel. 

Al considerar la misión de Dios de llenar la tierra de su gloria, nos damos cuenta de que Babel es una ofensa descarada en contra de esa misión, “Luego dijeron: ‘Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la superficie de toda la tierra’” (Génesis 11:4). En contraste, Pentecostés es un acto de obediencia. Judíos devotos de toda la diáspora llegan a Jerusalén, no en rebeldía sino en sumisión a las Escrituras.

La celebración de Pentecostés (Shavuot en hebreo) se trata de traer los primeros frutos (las primicias) de la cosecha al Señor (Éxodo 34:22). Escudriñando las profundidades teológicas de Hechos 2, nos ayuda a ver cuán significativo es el trasfondo histórico de esta fiesta judía. La multitud hace la pregunta “¿Qué quiere decir esto?” (Hechos 2:12), y deberíamos preguntar lo mismo. ¿Qué es lo que realmente está pasando en aquel día de Pentecostés? Pues, ¿recuerdas la misión de Dios, la de llenar la tierra de su gloriosa presencia? Hasta este punto parecía que había sido un gran fracaso. Israel fue llamado para demostrar la gloria de Dios desde Jerusalén, atrayendo a las naciones con la luz verdadera, pero fallaron una y otra vez. Vemos un destello de esta misión siendo realizada por medio de Salomón cuando la Reina de Saba llegó a visitarlo en Jerusalén, pero ¿qué pasó con Salomón? Engañado por sus esposas extranjeras, se fue en pos de los dioses falsos. En vez de atraerlas a la luz, ellas lo jalaron a la oscuridad. 

En Pentecostés Jesús está logrando la misión de Dios y entregando a su Padre una cosecha de los primeros frutos de la nueva creación. 

Pero Dios nunca falla. Él ya tenía un plan desde antes de la creación del mundo. Y “cuando vino la plenitud (el cumplimiento) del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4-5). Cuando Jesús vino, él mismo era la presencia de Dios en la tierra, Dios encarnado. Murió por nuestra rebeldía y al resucitar llegó a ser el primogénito de entre muchos hermanos (Romanos 8:29) e inició la nueva creación. Así que, todos los que están en él son nuevas criaturas (2 Corintios 5:17) y los primeros frutos de la nueva creación (Santiago 1:19). ¿Te das cuenta de lo que está pasando en Pentecostés (la fiesta de los primeros frutos)? Jesús está logrando la misión de Dios y entregando a su Padre una cosecha de los primeros frutos de la nueva creación. 

Jesús sigue realizando la misión de Dios a través de su Espíritu

El doctor Lucas escribe en su introducción al libro de Hechos la frase “todo lo que Jesús empezó a hacer y a enseñar” refiriéndose a su primer libro, “El Evangelio de Lucas.” ¿Cuál es la implicación? Hechos es la continuación de la obra de Jesús. Claro, su obra de propiciación fue lograda en la cruz, pero la aplicación de esa obra, o sea el cumplimiento de la misión de Dios de llenar la tierra con su gloria sigue siendo realizada. Cada vez que alguien cree el evangelio llega a ser una nueva creación y es restaurado a la imagen del Creador (Colosenses 3:10). Entre más se somete uno a Cristo como Señor, más evidente será la realidad de la presencia de Dios en su vida cotidiana. La presencia de Dios se disemina en la tierra a través del pueblo comprado por sangre que es el templo del Espíritu Santo; el lugar donde Dios habita y se da a conocer, o sea la iglesia. Entonces Dios ha escogido realizar su misión por medio de la proclamación del evangelio empoderada por la obra transformadora del Espíritu en su iglesia. 

El Espíritu y el habla

Durante la creación, “El Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: “Sea la luz.” Y hubo luz.” (Génesis 1:2b-3). No es sorprendente ver una conexión aquí entre el Espíritu y la palabra hablada de Dios. Una palabra hablada que trae luz. En Hechos vemos que el Espíritu es quien empodera a los apóstoles para hablar de tal manera que sus palabras traigan luz. Y no solamente a los apóstoles sino “‘Sucederá que en los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre toda carne (todo el género humano).”

¿Y cuál será el resultado de la venida del Espíritu? No nos debería sorprender que tiene que ver con el habla, “Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán… En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán” (Hechos 2:17a, 18). La palabra “profetizarán” es significativa porque implica que el Espíritu capacita a los creyentes para hablar un mensaje específico. Un mensaje profético. Es decir un mensaje arraigado en la historia bíblica culminando en la verdad sobre el Mesías. Es precisamente lo que hizo Pedro en Jerusalén aquel día, es precisamente lo que estamos llamados a hacer. Proclamar las buenas nuevas acerca de Jesús el Mesías por medio del poder del Espíritu, confiando que él es quien puede quitar la ceguera y la confusión causada por el pecado y brillar la luz de la gloria de Dios en sus corazones (2 Corintios 4:3-6). “‘Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.’” (Hechos 2:21).

Babel representa la rebeldía colectiva de los hombres contra el plan de Dios, pero debido a lo que sucedió en Pentecostés, Babel ha sido revocado, y la misión de Dios sigue avanzando hoy en todo el mundo.

Babel y Pentecostés fueron eventos históricos, pero en un sentido, la revocación de Babel sucede cada vez que uno se arrepiente de su rebeldía y cree en Cristo. La obra del Espíritu penetra el corazón de esa persona y habla en una lengua divina, “Sea la luz.” Y al convertirse en seguidor de Cristo, la presencia gloriosa de Dios llega a morar dentro de esa persona y a ser desplegada por medio de sus palabras y obras. Babel representa la rebeldía colectiva de los hombres contra el plan de Dios, pero debido a lo que sucedió en Pentecostés, Babel ha sido revocado, y la misión de Dios sigue avanzando hoy en todo el mundo. Así que un día, tal como las aguas cubren el mar, la tierra será saturada con la gloria de Dios.


Preguntas de reflexión

¿Tienes fe en que el Espíritu Santo mora en ti y que te puede dar poder para proclamar el evangelio?

¿Tienes fe en que el Espíritu Santo es el que saca a las personas de su confusión espiritual? ¿Cómo cambiaría tu interacción con la gente perdida si realmente creyeras esto?


Vemos que los creyentes en Hechos estaban dedicándose continuamente a la oración, a la enseñanza bíblica, a la comunión, y al partimiento de pan. Sin duda, estas prácticas son esenciales para crecer en nuestra dependencia del Espíritu Santo.

¿Cuáles de estas prácticas necesitas cultivar más en tu vida o en tu comunidad? 

¿Qué pasos prácticos puedes tomar esta semana para crecer en estas prácticas individualmente y corporalmente?