La falta de amor va a matar a tu iglesia

Por Ben Jiménez.

Tristemente un fenómeno que es fácilmente observable en las iglesias es que muchas de las que son firmes en preservar la sana doctrina y odian la inmoralidad y la mundanalidad a menudo son también iglesias que no tienen amor. Por otro lado, las iglesias que tienen una reputación de ser amorosas y cordiales, a menudo tienden a ser tolerantes de la falsa doctrina y el pecado. La idea de que el celo por la sana doctrina y la santidad, y el amor son mutuamente excluyentes es falso. Esto es una dicotomía falsa. El amor no excluye a la sana doctrina ni la sana doctrina al amor. El odio al pecado y a la mundanalidad no excluyen al amor y la aceptación.

Uno de los ejemplos más claros y proverbiales en la Biblia de esta falsa división son las iglesias de Tiatira y Éfeso en el libro de Apocalipsis. En este post nos enfocaremos en la iglesia de Éfeso.

Del mensaje a la iglesia de Éfeso aprendemos que para sobrevivir, una iglesia necesita medidas iguales de discernimiento y de amor. La iglesia de Éfeso lamentablemente parece no haber escuchado el mensaje y como resultado murió. ¿Y tú? ¿Vas a escuchar el mensaje del Espíritu para las iglesias?

Trasfondo de la iglesia de Éfeso

La iglesia de Éfeso era probablemente la iglesia más importante e influyente de toda la iglesia primitiva. Pablo estuvo en Éfeso por lo menos dos años y estableció la iglesia (cf. Hechos 19). Después tuvo una reunión con todos los ancianos de Éfeso en Troas (cf. Hechos 20:17-38). Les envió una carta directamente. Indirectamente les envió otras dos por medio de las cartas a Timoteo (Recuerda que Pablo envió a Timoteo a Éfeso). Además, el apóstol Juan muy probablemente le escribió sus cartas a la iglesia de Éfeso, (Thomas)¹ y uno de los destinatarios del Apocalipsis era la iglesia de Éfeso. Esta era una iglesia veterana, influyente, importante. Tenían sana doctrina y rechazaban la mundanalidad

Probablemente la iglesia de Éfeso se parece a tu iglesia. Tal vez tu iglesia es una iglesia veterana. No se deja engañar por la falsa doctrina. No tolera las obras de los Nicolaitas. No tolera la inmoralidad sexual ni el libertinaje. Te invito a que leas Apocalipsis 2:1-7.

Lo que la iglesia necesita saber sobre Cristo

Cristo comienza su exhortación a esta iglesia con una introducción sobre él mismo.

Las estrellas, es posible, son pastores de las iglesias o representantes. Desde esta perspectiva, vemos que Jesús es el que sostiene a los líderes de la iglesia en su mano derecha. El liderazgo de la iglesia está sujeto a la voluntad de Cristo.

Además, Cristo es el que camina entre los siete candelabros. Él es el Señor de la iglesia. La iglesia no es tuya, no es de tu pastor, o de alguien más. La iglesia y sus líderes le pertenecen a Cristo. Jesucristo resucitado está en medio de nosotros; su iglesia.

¿Qué cosas cambiarías si tuvieras una convicción firme de que Cristo esta en medio de tu iglesia? ¿Cómo tratarías a tus hermanos? ¿De qué forma ejercerías tu liderazgo si tuvieras la convicción de que Cristo te sostiene en su mano derecha? A él es a quien le rindes cuentas.

Jesucristo, el que es Señor de la iglesia y de sus líderes, el que está en medio de su iglesia, le envía este mensaje a la iglesia de Éfeso. Y como dice al final, el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Aunque este mensaje fue escrito originalmente para la iglesia de Éfeso y para las siete iglesias, el Espíritu activamente aplica este mensaje para nosotros.

El discernimiento es una cualidad que Jesús elogia en una iglesia.

Los efesios son elogiados por sus obras; más específicamente por su fatiga y su perseverancia, por su sufrimiento por el nombre de Cristo. Los efesios trabajan duro. Están aguantando las presiones del mundo. Probablemente están sufriendo persecución y están soportando. O por lo menos están resistiendo la influencia del mundo.

Pero los elogios más específicos que Cristo les da son (1) que no toleran a los que son malos; han puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son y los han hallado mentirosos, y (2) que aborrecen las obras de los nicolaítas, las cuales Cristo también aborrece. 

En otras palabras, los efesios tienen discernimiento. Tienen celo por la sana doctrina. No soportan a los falsos apóstoles. No toleran la falsa doctrina. Y aborrecen el pecado de los nicolaitas (inmoralidad sexual, libertinaje, mundanalidad). No toleraban el extremo del legalismo de los falsos apóstoles ni toleraban las obras libertinas de los nicolaitas. ¡Y eso es bueno! ¡Cristo los elogia por eso!

Esto es una cualidad excelente en las iglesias. Es refrescante ver iglesias que tiene un celo por la sana doctrina, que no toleran la enseñanza falsa y que no toleran la inmoralidad, el libertinaje ni la mundanalidad.

Pero los efesios tenían un defecto mortal. Y el que tenga oído que oiga lo que el Espíritu le dice a las iglesias.

La falta de amor es un problema tan grave que si no es solucionado causa la muerte de una iglesia.

Por todo el celo que tenían los efesios, por toda su perseverancia, por todo el odio que tenían por las obras de los nicolaitas, tenían un defecto mortal. No tenían amor.

Su amor a Dios y su amor los unos por los otros se había apagado. Es posible tener celo por la doctrina y aun así no tener amor por Dios y por los demás. Y este era el problema de los efesios. En algún momento de su existencia dejaron de practicar obras de amor.

Posiblemente amaban más la superioridad que sentían por su sana doctrina de lo que amaban a Dios mismo y a sus hermanos. Tal vez amaban más el elogio y el respeto que recibían de otras iglesias por su compromiso con la enseñanza apostólica de lo que amaban a la iglesia misma. Cualquiera que fuera el motivo, su sana doctrina, su discernimiento y su rechazo de las obras inmorales de los nicolaitas no los iba a salvar de la muerte segura que se aproximaba. Si no resolvian su falta de amor iban a morir. Cristo mismo iba a venir a quitar el candelabro de su lugar. Iban a dejar de existir como iglesia.

La importancia del amor.

Esta no es la primera vez que los efeisos habían sido exhortados a amarse entre ellos. Toda la carta de 1 Juan es una oda al amor de Dios y el amor entre hermanos. Pablo ora para que arraigados y cimentados en amor entiendan el amor de Cristo (Efesios 3:14-19). También los exhorta a que se soporten unos a otros en amor (4:2), que hablen la verdad en amor para que el cuerpo sea edificado en amor (4:15-16) y que “sean, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y anden en amor, así como también Cristo les amó” (5:1-2). Termina su carta con la siguiente bendición: “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor incorruptible” (6:23-24).

Tal vez los efesios y muchas iglesias que se consideran de sana doctrina piensan que si tienen amor a Dios. Pero si su amor a Dios no se ve reflejado en el amor a los hermanos, y a sus enemigos, ese amor es una farsa. El amor a Dios y el amor al prójimo están fundamentalmente conectados. No puedes tener uno sin el otro. El amor a Dios resulta en amor al prójimo, especialmente a tu hermano. Si no amas a tus hermanos, simplemente estás demostrando que no amas a Dios; que el amor de Dios no está en ti. Juan ya se los había escrito en 1 Juan. “Amados, si Dios nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros.”

El discernimiento y el celo por la sana doctrina no debe excluir al amor. No es el uno o el otro. Para que una iglesia pueda sobrevivir debe de tener celo por la doctrina y amor por Dios y los hermanos.

Cristo otorga la vida eterna a los que vencen.

Cristo los llama al arrepentimiento; a que recuerden de dónde cayeron y que regresen a sus primeras obras (de amor). Vencer significa para esta iglesia regresar a su primer amor. Recordar, arrepentirse, y hacer las primeras obras. La consecuencia de no arrepentirse es la muerte de la iglesia. Cristo mismo vendría a quitar su candelabro. Pero la alternativa es la vida eterna. La iglesia, y aquellos en la iglesia que vencen; que regresan a su amor, que tienen la una cantidad y calidad iguales de discernimiento y de amor, son los que comerán del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.

¿Quieres que tu iglesia sobreviva? No se envanezcan con el conocimiento. No amen la superioridad de la “sana doctrina.” Tenga celo por ella pero también sean celosos de amar a Dios y a los hermanos. No caigan en la dicotomía falsa entre la sana doctrina y el amor.


¹ Este dato esta basado en el comentario de Apocalipsis de Robert Thomas.

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